jueves, 3 de noviembre de 2011

San Huberto


San Huberto, como todos los nobles de su tiempo practicaba asiduamente la caza, se dice que nació en Tolosa del Languedoc, esto en Francia, allá por el año 657, se le tiene como Celestial Patrono de los Cazadores, además de invocársele como protector contra la rabia; su fiesta se celebra el día tres de noviembre; además el nombre y la protección de San Huberto se tomó por algunas Órdenes Militares en el siglo XV y Felipe IV, rey cazador de España, tenía a San Huberto como protector; a San Huberto se lo representa con traje de cazador de aquella época, un gran cuchillo de monte a la cintura y enorme trompa de caza colgada al cuello. pero hablemos un poco acerca de la vida de nuestro Patrono.

Huberto de Lieja o San Huberto fue el hijo mayor de Bertrán, Duque de Aquitania, y de Hugbern o Afre, que era hermana de Santa Oda. Algunas genealogías tienen a Santa Oda como la esposa de Bertrán y madre de Huberto y de su hermano Eudo. Su padre también era muy dado a la caza; pero su hijo lo supero en tanto la afición que no quiso sujetarse a las obligaciones de altos cargos que le ofrecieron en la corte de Neustria;  Huberto era valientísimo para luchar contra las fieras. Un día en un bosque su padre fue atacado por un oso furioso que lo iba a matar, pero el joven Humberto llegó a tiempo y arremetió tan fuertemente a la fiera feroz que ésta tuvo que soltar a Bertrand y así el rey salvó su vida.

Fue enviado a estudiar al palacio del rey de Neustria (Bélgica) pero allá había malas costumbres y salió huyendo para no volverse vicioso. En el año 682 se trasladó a Metz que es una ciudad en el Noreste de Francia, capital de la región de Lorena y del departamento de Mosela  donde se casó con Floribana, hija de Dagoberto, Conde de Lovaina. Fue una elección matrimonial conveniente por la importancia de las dos familias;  pero la pasión por la casa hizo a Huberto dejar un tanto abandonada a su esposa y lo que era peor, sus deberes religiosos, por lo que sus familiares tenían un gran pesar, y hasta un gran temor de que la cabeza de Huberto no estuviera bien equilibrada.

Huberto tenia una perra llamada Souillard, de la que nacieron veintidós cachorros, en el primer parto, todos ellos el cual mejor para la caza mayor. Crecieron los perros y, con su madre a la cabeza, iban detrás de Huberto al bosque en busca de las fieras.

Era el día de viernes santo cuando se hallaba con su jauría en el monte de las Ardenas. Imperdonable olvido, monstruoso pecado en aquellos tiempos, Pero Huberto sin ser pecador un hombre de caza.-  Un hermoso ciervo levantó la jauría; los perros ladraban en su carrera tras el venado, y cuando ya cerca oye los latidos de los animales perseguidores, Huberto se lleva la trompa a la boca para lanzar la fanfarria que animara a los canes.

Y, en aquel momento el majestuoso ciervo, de cornamenta cuajada de candiles, se presenta ante Huberto; el ciervo le mira; el cazador le contempla, gozoso no sabiendo que admirar mas, si a la hermosa cornamenta o el tamaño excepcional del ciervo.

Los perros han de llegar de un momento a otro y harán presa de él, pero los perros han enmudecido; los perros no vienen en su seguimiento, el caballo que el cazador monta a quedado como de piedra y el venado queda pasmado, anonadado, cuando ve que entre la gran cuerna del venado se hace un reflejo luminoso en cuyo centro aparece la cruz de Cristo.

No sale Huberto de su asombro, cuando ve los perros vienen pausadamente como humillados, y llegan hasta cerca del ciervo, a cuyos pies se tumban unos con la lengua afuera, otros con la cabeza en sus patas delanteras.

En aquel momento solemne una voz sobrehumana dice a Huberto: ¿hasta cuando la pasión de la caza te hará olvidar la salud del alma? Ve Huberto y conviértete al cristianismo o serás precipitado a los infiernos.

Ante aquel misterio el cazador se apea del caballo y prosternándose pregunta: Señor ¿qué queréis que haga? Dirígete a San Lamberto, quien te hará conocer mi voluntad, respondió la voz.

En aquel mismo instante el ciervo desaparece y Huberto torna con el caballo de las bridas, seguido de los perros, y en la mente del cazador se fija la idea salvadora de convertirse, de abandonar el mundo para dedicarse de lleno a la oración.

Llego al prelado indicado por la voz misteriosa y el santo varón le dijo que lo primero que debía hacer era reconciliarse con su esposa, a la que había abandonado indebidamente.

Tiempo después Floribanda murió, dejándole un hijo a quien llamo Floriberto.
Cuando este niño creció, su padre, ya duque de Aquitana, le cedió sus derechos y él se refugió definitivamente en un monasterio.


Como obispo, trasladó la sede de Mastrique a Lieja, enterró a su predecesor en una basílica construida para honrar su memoria en el lugar mismo del asesinato y sentó las bases para hacer de Lieja una gran ciudad. Ésta tiene hoy a San Lamberto como su santo patrón y a San Huberto es contado como su primer obispo. El obispo Huberto destacó por su sencillez y austeridad, por intensidad de sus oraciones y ayunos y su famosa elocuencia. Evangelizó el área de la Ardenas.

Se cuenta que un día mientras Humberto celebraba la misa entró al templo un hombre loco porque lo había mordido un perro con hidrofobia (o enfermedad de la rabia). Toda la gente salió corriendo a la plaza, pero el santo le dio una bendición al loco enfermo y éste quedó instantáneamente sano y salió a la plaza gritando: "Vuelvan tranquilos al templo que el santo obispo me ha curado con su bendición". Por esto las gentes han invocado a San Humberto contra las mordeduras de perros rabiosos.

1 comentario:

jmartinrlh@gmail.com dijo...

¿Donde está ubicada esa imagen escultórica de San Huberto? Parece como si fuera en Austria