Casería de Tacuazín Octubre 2010

Comencé a preparar las cosas para ir a cazar un día antes, cargue las baterías, prepare solo mi chaleco y un hidropack ya que la salida seria cerca de aquí, en el chaleco llevaba un par de galletas por si me daba hambre en la noche y unos dulces, siempre llevo dulces, una lámpara de mano y una de cacería, una navaja, una pequeña piedra de afilar, un pequeño equipo de supervivencia y primeros auxilios que cabe en una bolsa, y por supuesto un rifle de aire, Co2 y su munición, el rifle a llevar fue un  Crosman 2250 B Calibre .22 (5.5 mm)  equipado con una mira telescópica de retículo iluminado y una lámpara montada al lado del cañón que permite iluminar a una mediana distancia el blanco;  la munición era Daisy de plomo, con el rifle alineado, y la munición ya conocido su comportamiento ya tenía todo listo, solo para esperar la salida.

Así fue, llegaron las ocho de la noche y nos dirigimos hacia el lugar en donde iríamos a tirar, un sembradío de frijol cerca del rio, visitamos al buen amigo dueño del lugar que además iría con nosotros,  nos preparamos, colocamos las baterías, yo me puse el chaleco y demás equipo, los otros se colocaron sus mochilas y nos dirigimos hacia el frijolar, atravesamos un cerco aledaño a la calle y caminamos un poco, alumbrando de lado a lado el suelo en busca de un conejo, y alumbrando hacia los arboles en busca de tacuazines, al cabo de unos cuantos minutos llegamos al frijolar, rodeado por surcos en donde llega el agua por medio de tubos que conduce el agua del rio hacia este lugar, y comenzamos a caminar alrededor, la noche parecía ser buena, se sentía una leve brisa, a lo lejos se lograba ver los relámpagos de una tormenta, quien sabe, no había luna solo unas cuantas estrellas y nubes, al pasar por un árbol de mango  dirigí la luz de mi lámpara hacia sus ramas, y ahí estaba un tacuazín a unos ocho metros del suelo, encendí la lámpara que llevaba montada en el rifle, encendí el retículo de la mira y realice un pequeño silbido para que los dos amigo que iban conmigo regresaran al lugar en donde yo estaba, y jale el gatillo la copa viajo unos veinte metros hacia su objetivo y dio en el blanco en el costado derecho del tacuazín, a la altura de la pata delantera, el tacuazín quedo paralizado solo se sujeto fuerte de la rama, abrí el cerrojo y cargue otra copa, y jale nuevamente el gatillo, volví a dar en el blanco, casi en el mismo lugar en donde impacto la primera copa, y el tacuazín se deslizo suavemente alrededor de la rama, hasta que no pudo sostenerse más y cayó abatido al suelo, lo recogimos, examinamos y seguimos caminando alrededor del frijolar como entre sus surcos, ahí  se lograron ver un conejo en medio de un surco, pero de este salto al otro y así lo perdimos un momento, por lo que seguimos buscando surco por surco de un lado a otro hasta que lograron verlo nuevamente, el conejo  fue demasiado rápido salto entre los surcos y luego a los matorrales que habían en la orilla de estos, y se fue, por más que lo buscamos no logramos volver a verlo, seguimos dando vueltas en el frijolar que era bastante extenso pero no encontramos nada mas, por lo que decidimos caminar por la orilla del rio para buscar algún mapache, pero no tuvimos mayor suerte, no encontramos nada más que unos chontes en las varas de bambú, después de esto como a las doce de la noche salió la luna en el horizonte tras unas nubes, por lo que decidimos regresar a la casa y limpiar los animales, debo decir que no siempre se tiene suerte y se cazan muchos animales en cada salida, pero lo que importa es salir, cazar, ganar experiencia,  compartir con los amigos y estar rodeado por la naturaleza, ha y por supuesto, una nueva historia que contar.